El arte es imprevisible, y como tal es in-ubicable. Podemos encontrar rasgos y restos artísticos en cualquier lugar del mundo.
Sean espacios públicos o privados, el arte siempre los termina, los llena.
El espectador se fija, se para, piensa o desea, el hecho artístico en sí siempre produce una reacción (neuroestética).
En la terminal T4 del aeropuerto de Barajas existe un espacio acotado visualmente por tres esculturas.
Reciben el nombre de las "Tres Damas de Barajas".
No sé con cúal definirme, ni siquiera creo querer hacerlo, quizás empatizo con todas.
Me gustan.
Dialogan y cuando te sientas o paras a contemplarlas también te escuchan.
Su escultura es conceptual, sus pensamientos meras pistas, sus tocados encierran sus anhelos y quizás se envidian todas.
Su textura, su color, tan de la tierra, las ancla al suelo. Pero sus cabezas vuelan;..." que mejor sitio para hacerlo que aquí .!!!"
Es un lugar para quedarse un rato, y leer sus almas reflejadas en sus rostros descritas por Vargas LLosa (lo de Mario ya no hace falta) y modeladas por Manolo Valdés.
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